Fulci goes West
La filmografía del Padrino del Gore anterior a los años setenta es bastante desconocida, quizá porque carece de algunos de los elementos que le hicieron célebre, siendo en su mayor parte películas comerciales, entre ellas varias comedias y algún western.
En la segunda mitad de los años sesenta, la gran figura del cine italiano era Sergio Leone, que triunfaba con westerns de sobra conocidos. Lucio Fulci se apunta a esta moda en 1966, con Las pistolas cantaron a muerte (Tempo di massacro). La película bebe directamente de la influencia de Leone, en concreto de Por un puñado de dólares, con el héroe que es primeramente derrotado y que luego se rehace para finalmente vencer. Este héroe está encarnado por Franco Nero, que ese mismo año había protagonizado otro hito del género, Django, de Sergio Corbucci. En ambas películas se puede observar que la sombra de Clint Eastwood era alargada ya entonces, convirtiendo a Nero en una especie de clon del actor americano. En favor de Nero decir que su personaje de Django creó escuela, siendo encarnado por varios actores, entre ellos Terence Hill.
La película gira en torno al regreso de Tom Corbett (Franco Nero) a su pueblo natal donde vive su hermano Jeff Corbett (George Hilton) y Mercedes, la mujer que les crió tras la muerte de su madre viuda. El pueblo está ahora dominado por un hombre despiadado, el señor Scott, que junto a su hijo extorsionan a los habitantes, exigiéndoles unos impuestos que apenas pueden soportar. Fulci se recrea en la violencia a la hora de retratar a estos personajes. Ya en la primera escena de la película se muestra como los Scott y sus secuaces juegan a la caza del zorro con un hombre. Escena de tono agobiante, desde el primer momento se sabe que el hombre no tiene posibilidad de huir, pero la persecución de los perros se alarga, aumentando la tensión hasta que finalmente es atrapado en un río que se tiñe de sangre.
Las muestras de esa sangre fría de los Scott se suceden a lo largo de la película, una de las más crudas se da lugar cuando una familia, formada por un matrimonio, un hijo y dos hijas, se dispone a salir del pueblo en un carro con todas sus pertenencias. Los Scott y sus secuaces salen al paso y el señor Scott le pregunta al padre de la familia si no les da pena dejar el lugar que ha sido su hogar tantos años y donde tienen enterrados a sus muertos. El padre contesta que no tiene enterrado a nadie. Le responden matando a su hijo. La crueldad de esta acción es tal que algunos de los pistoleros que acompañan al señor Scott muestran cara de horror ante lo ocurrido.
Otra escena aterradora se da cuando Corbett visita a su amigo Carradine, casado y con dos hijas. Los dos hombres salen de la casa para hablar y cuando vuelven se encuentran a la mujer y las hijas muertas. En este caso el autor material de los hechos es un pistolero mexicano, mano derecha del señor Scott, un hombre parco en palabras que me recuerda al silencioso Takeshi Kitano de Hana-Bi.
La nota de color la da Jeff Corbett, alcohólico que muestra unas dotes para disparar montado a caballo que ya quisieran muchos en estado sobrio. Posturas imposibles y ni una bala perdida. Aunque el personaje cómico de la película es un chino pluriempleado, que trabaja tanto de herrero, como de enterrador o pianista en el Saloon, que se pasa la película citando a Confucio diciendo que no llevaba razón y pidiendo dinero al protagonista.
El oeste retratado por Fulci en esta película está totalmente al margen de la ley, como es norma en las producciones italianas. Aquí no existe la figura del Sheriff de los westerns americanos, prevalece la ley del más fuerte. Pero Fulci va más allá que sus compatriotas, creando una atmósfera agobiante, sombría y llena de patetismo. Como en las películas de Leone, hay que quedarse hasta el final para entender la historia, porque es cuando se desvela que… bueno, les invito a comprobarlo.
En la segunda mitad de los años sesenta, la gran figura del cine italiano era Sergio Leone, que triunfaba con westerns de sobra conocidos. Lucio Fulci se apunta a esta moda en 1966, con Las pistolas cantaron a muerte (Tempo di massacro). La película bebe directamente de la influencia de Leone, en concreto de Por un puñado de dólares, con el héroe que es primeramente derrotado y que luego se rehace para finalmente vencer. Este héroe está encarnado por Franco Nero, que ese mismo año había protagonizado otro hito del género, Django, de Sergio Corbucci. En ambas películas se puede observar que la sombra de Clint Eastwood era alargada ya entonces, convirtiendo a Nero en una especie de clon del actor americano. En favor de Nero decir que su personaje de Django creó escuela, siendo encarnado por varios actores, entre ellos Terence Hill.
La película gira en torno al regreso de Tom Corbett (Franco Nero) a su pueblo natal donde vive su hermano Jeff Corbett (George Hilton) y Mercedes, la mujer que les crió tras la muerte de su madre viuda. El pueblo está ahora dominado por un hombre despiadado, el señor Scott, que junto a su hijo extorsionan a los habitantes, exigiéndoles unos impuestos que apenas pueden soportar. Fulci se recrea en la violencia a la hora de retratar a estos personajes. Ya en la primera escena de la película se muestra como los Scott y sus secuaces juegan a la caza del zorro con un hombre. Escena de tono agobiante, desde el primer momento se sabe que el hombre no tiene posibilidad de huir, pero la persecución de los perros se alarga, aumentando la tensión hasta que finalmente es atrapado en un río que se tiñe de sangre.
Las muestras de esa sangre fría de los Scott se suceden a lo largo de la película, una de las más crudas se da lugar cuando una familia, formada por un matrimonio, un hijo y dos hijas, se dispone a salir del pueblo en un carro con todas sus pertenencias. Los Scott y sus secuaces salen al paso y el señor Scott le pregunta al padre de la familia si no les da pena dejar el lugar que ha sido su hogar tantos años y donde tienen enterrados a sus muertos. El padre contesta que no tiene enterrado a nadie. Le responden matando a su hijo. La crueldad de esta acción es tal que algunos de los pistoleros que acompañan al señor Scott muestran cara de horror ante lo ocurrido.
Otra escena aterradora se da cuando Corbett visita a su amigo Carradine, casado y con dos hijas. Los dos hombres salen de la casa para hablar y cuando vuelven se encuentran a la mujer y las hijas muertas. En este caso el autor material de los hechos es un pistolero mexicano, mano derecha del señor Scott, un hombre parco en palabras que me recuerda al silencioso Takeshi Kitano de Hana-Bi.
La nota de color la da Jeff Corbett, alcohólico que muestra unas dotes para disparar montado a caballo que ya quisieran muchos en estado sobrio. Posturas imposibles y ni una bala perdida. Aunque el personaje cómico de la película es un chino pluriempleado, que trabaja tanto de herrero, como de enterrador o pianista en el Saloon, que se pasa la película citando a Confucio diciendo que no llevaba razón y pidiendo dinero al protagonista.
El oeste retratado por Fulci en esta película está totalmente al margen de la ley, como es norma en las producciones italianas. Aquí no existe la figura del Sheriff de los westerns americanos, prevalece la ley del más fuerte. Pero Fulci va más allá que sus compatriotas, creando una atmósfera agobiante, sombría y llena de patetismo. Como en las películas de Leone, hay que quedarse hasta el final para entender la historia, porque es cuando se desvela que… bueno, les invito a comprobarlo.
2 Comments:
Yo esta no la he visto y promete. Me encanta Franco Nero, mmmmm...
Uno de mis SW preferidos y con dos figuras estelares:Franco Nero y George Hilton. Ademas de la muy buena actuacion del sanguinario Nino Castelnuovo, como Junior, el malo de la peli...Tambien me gustó bastante la cancion con que empezaba la cinta, muy linda.
En definitiva, un SW muy recomendable.
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